¡Cecilia Flachsland y su libro Desarma y sangra en la contratapa de Tiempo Argentino!

Cecilia Flachsland, periodista y docente

"La música permite tender lazos en común"


Desentraña las claves de un trabajo que cruza la experiencia académica con la historia del rock nacional. El poder de las referencias musicales para entender el mundo.



Cecilia Flachsland es docente en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, pero aclara: "No dejes de poner que fui profesora en secundarios." Porque a sus estudiantes del nivel medio les debe, como ella misma dice, buena parte de las reflexiones que jalonan el libro que acaba de publicar, Desarma y Sangra: Rock, política y nación, por la editorial independiente Casanova. Flachsland cuenta la historia en un bar, a metros del Ministerio de Educación, donde trabaja en el Programa Educación y Memoria. Escrito con un estilo veloz pero elegante, con referencias y citas de autores ineludibles, su lectura es democrática, no necesariamente adolescente, pero tampoco académica. "Es que yo estudié en la Universidad, pero aprendí a pensar como periodista de rock. Ese diálogo con gente de otro mundo, en salas de ensayo de San Miguel, o en el Conurbano, me permitió darle más carnadura a conceptos teóricos. A mí me interesa que lo lea alguien que no necesariamente haya leído a Antonio Gramsci. Sería, creo, un estilo entre callejero y académico, y donde la música aparece como una forma de pensamiento; en el sentido de que una distorsión o una frase pueden ayudar a comprender algo del mundo", explica.–Cada uno de los diez ensayos que componen el libro puede dar para un libro en sí mismo...-Los ensayos los escribí en diferentes momentos históricos. Para distintas revistas, distintos proyectos en los que trabajé y que tenían que ver con el rock nacional y para proyectos de maestrías fallidas. Hice durante 15 años una revista independiente que se llamaba El Biombo, trabajé en otros medios y compartí un programa radial con Liliana Herrero. La idea del libro es leer la historia argentina reciente a partir de algunos elementos del rock nacional: una canción, una frase, una ley, una imagen, un santuario. Así, el libro va recorriendo los años '70, la dictadura, la Guerra de Malvinas, los '80, los '90, Cromañón como una fisura elemental. Un último ensayo está centrado en la Ley Nacional de la Música, un acontecimiento que permite pensar cómo se reinventó la relación entre el rock y el Estado en tiempos del kirchnerismo.-¿Tu labor docente tiene que ver con cómo abordás los temas?-Mi experiencia en las aulas es la otra pata que me permitió hacer este libro. Siempre me llamó la atención, sobre todo durante los '90, cuando la vida en común resquebraja, cómo una referencia musical permitía tender lazos identitarios, armar algo de lo común.-Tu visión del rock argentino es más elogiosa que condenatoria, ¿no?-A mí me parece que el rock argentino es otra de las músicas de la Patria, junto con el folklore y el tango. Es un conjunto de lenguajes en tensión. Tiene una cuota de ironía, pero también de rebeldía o de ingenuidad. Nace al interior de la industria cultural, pero peleado con esa industria en muchos casos. Pero sin la industria no hubiera existido. Y a su vez, construyó un idioma, una poética. El rock está muerto, dicen muchos poniendo como ejemplo que sólo existe a través de Capusotto. Al revés, digo yo: nos podemos reír de lo que hace Capusotto con el rock porque compartimos una tradición. El rock es entre inocente y pragmático. Y está bien que sea así.

Anticipo de Golosina Caníbal sobre Ariel Schettini Presenta.

La presentación como una de las bellas artes

Los amigos de Casa Nova editorial, quienes serán próximamente encuestados, me hicieron llegar el hermoso volumen Ariel Schettini presenta. Hasta hace un par de años, la posibilidad de ver leer la lucidez crítica de Schettini se veía limitada a la búsqueda de artículos en revistas especializadas o en espacios generosos como Linkillo (draft version).
Sin embargo, la publicación de El tesoro de la lengua: una historia latinoamericana del yo (Entropía, 2009) y, ahora, este libro de Casa Nova que recopila diversas presentaciones de libros realizadas por Schettini nos dan la posibilidad de leer una voz crítica afilada y novedosa.
Ariel Schettini presenta, a su vez, arma una red de textos (es decir, los libros presentados). Entonces, no solo será interesante lo que Schettini encuentre en cada obra sino las relaciones que esas obras podrían establecer entre sí, teniendo como nexo el haber sido presentadas por la misma persona.
En todo caso, comienzo la lectura de Ariel Schettini presenta y pronto vendrá un comentario más consistente sobre estas efímeras presentaciones que fueron acertadamente recopiladas en tinta y papel.


Reseña de Brasil, ficciones de argentinos. Por Edgardo Scott para Revista otra parte.

Los límites geográficos no siempre coinciden con los imaginarios. El Amazonas, por ejemplo, en el imaginario pertenece a Brasil. Pero la ficha técnica de Fitzcarraldo nos entera que se filmó en Iquitos; en el Amazonas, sí, pero en el Amazonas peruano. Brasil. Ficciones de argentinos es una antología que realizaron Isis Costa McElroy y Eduardo Muslip. El libro ha reunido una variedad de relatos de autores argentinos en los que Brasil se presenta una y otra vez como paraíso perdido, como avatar y fatalidad de desvío, como decepción y maravilla de nuestra imaginación.


Entonces el Brasil de este libro es el Brasil de los sueños. Sueños, fantasías que van desde la chica perfecta, turista carioca en Buenos Aires, que podría sacar por un instante de su mediocridad a un vendedor de libros (Luis Mey), hasta el lujoso all-inclusive que podría contener y consolar a una madre y a su pequeña hija en sus primeras vacaciones solas (Inés Garland). Es notorio cómo a partir del catálogo de representaciones que la antología va generando, Brasil se propone como nuestro primer exterior, nuestra primera y más cercana ajenidad. Una ajenidad que tal vez comience, de manera tan implícita como evidente, por el idioma. Esto se advierte en el cuento de Federico Bustos, pero sobre todo en “Un buen rapaz”, de Carmen Cáceres Miranda, donde se dice: “Es que me doy cuenta de repente, por una palabra mal dicha o por el gesto diferente de sus mujeres”. El desencuentro, el malentendido y la ignorancia son recurrentes a lo largo del libro.


Ese don de poder representar otro lugar hace que Brasil aparezca en muchos relatos como motivo o recurso de experiencia. Por eso predominan, con diferentes estilos, los relatos de iniciación (Patricia Suárez, Luciana De Luca, Alejandra Laurencich, Facundo R. Soto). Un solo cuento, cálido y sobrio, de Lilia Lardone, refleja otra función que supo y sabe ofrecer Brasil para la Argentina: un lugar de exilio. Porque no sólo en vacaciones y carnaval los argentinos han ido a Brasil; también lo han hecho en épocas difíciles.
Por otro lado, los cuentos de Franco Vaccarini, Gabriela Bejerman y la crónica final de Hebe Uhart son los textos más experimentales del libro; en ellos la representación de Brasil se aleja del realismo y se indaga, congela y reinventa con diferentes tonos y recursos formales.


Brasil. Ficciones de argentinos es un precioso ejemplo de cómo las antologías, cuando no surgen de encargos o estrategias comerciales sino de la lectura y de su natural voluntad asociativa, se vuelven libros exquisitos e inteligentes. “¿Qué representa Brasil para los argentinos?”, comienza el prólogo. La conclusión no es unánime; pero, a cambio, resulta innegable el lugar amplio y trascendente que Brasil ocupa en el imaginario de los argentinos o, al menos, en el imaginario de los que construyen su imaginación colectiva: sus escritores.



Ariel Schettini Presenta


Un libro sobre veinte libros.


Ariel Schettini Presenta congrega textos que fueron elaborados especialmente para presentar libros, tarea a la que Schettini se dedicó intensamente. ¿Quién no querría que Ariel presente su libro? Y así poder escuchar, con incertidumbre y nerviosismo, las maravillosas palabras que a través de sus labios, encomian el trabajo que uno humildemente ha realizado. Este volumen reúne algunas de esas piezas maestras, confeccionadas entre 1998 y 2010. Son piezas que revelan más de una década de literatura argentina recién salida del horno. En ese sentido, el libro nos invita a renovar nuestra biblioteca y a ponernos al día con las lecturas. Pero nos ofrece también, y antes que nada, una magnífica teoría de la presentación, pensándola antes como oficio que como profesión, resaltándola como entrega incondicional de una comunidad de amigos a un trabajo y a una nueva verdad. Porque, como dice el autor, no hay presentación sin comunión ni comunión sin amor. (Texto de contratapa por Tete García Bravo).


Reseña de Brasil, ficciones de argentinos. Por Mariano Dorr para RADAR / Página 12.

SE HABLA PORTUÑOL


La amistad y el intercambio intelectual entre el escritor argentino Eduardo Muslip y la profesora de Literatura brasileña Isis Costa McElroy dio lugar en estos últimos años a una serie de investigaciones interdisciplinarias y un conjunto de textos literarios que ahora se presentan como dos libros. En Brasil. Ficciones de argentinos y Passo da Guanxuma. Contactos culturales entre Brasil y Argentina, desde la ficción y el ensayo, respectivamente, se ponen en juego los cruces históricos, políticos, artísticos y lingüísticos entre los tan lejanos y tan cercanos gigantes sudamericanos.


La temática del viaje había sido uno de los tópicos más intensos del último libro de Eduardo Muslip, Phoenix (Malón, 2009); entre las dedicatorias aparecía el nombre de Isis Costa McElroy como una de las amigas “que tuve la dicha de conocer en mi estadía en Phoenix”. Entre la amistad y el intercambio intelectual, Muslip (autor de Plaza Irlanda y La vida perdurable, entre otros) y Costa McElroy (profesora de Literatura brasileña en Arizona State University) exhiben en estos dos libros el resultado de una serie de investigaciones interdisciplinarias y un conjunto de textos literarios presentados en el Encuentro Cultural Passo da Guanxuma, realizado en la Universidad Nacional de General Sarmiento en julio de 2009. El nombre de Passo da Guanxuma fue tomado de la obra de Caio Fernando Abreu, “un narrador en cuya obra se establecen múltiples referencias a la literatura rioplatense; ese passo refiere a un espacio fronterizo ficcional entre Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina”, escriben Muslip y McElroy en el prólogo de Brasil. Ficciones de argentinos.


La mirada del viajero es uno de los rasgos comunes a los doce relatos que componen las “ficciones de argentinos”. Muslip y McElroy se preguntan qué es exactamente lo que obnubila –del Brasil– a la mirada argentina: las ciudades costeras, los bosques y cerros, los cuerpos de sus habitantes en las playas o en las fiestas populares o deportivas, las marcas raciales, de clase, de género. Y la música. En el actual contexto de integración latinoamericana, la mirada se detiene también en el desarrollo económico y en la expansión del sistema educativo y científico. Hay una histeria del observador, un movimiento oscilante: “Por suerte no somos como ellos; por desgracia no somos como ellos”. En “Como un pez durmiendo”, de Federico Bustos (el primero de los cuentos de Brasil. Ficciones de argentinos) un hombre camina por la playa bajo un sol inmóvil, del trabajo a su casa. Es un empleado argentino de la Bolsa de Comercio de Río de Janeiro; en su departamento lo espera Simone, presumiblemente para terminar con él. En el camino se encuentra con Parménides, un profesor de surf cuya escuela cuenta con un solo alumno. La conversación, la cerveza, el porro y las estupideces de Parménides sumergen al protagonista en una deliciosa demora que lo interna en el mar hasta el momento de enfrentar los fantasmas de un amor roto.


En “Azul turquesa”, de Inés Garland, una mujer y su hija preadolescente se registran en un hotel all-inclusive; el viaje funciona como una forma de reencuentro entre madre e hija luego de los descuidos propios de todo divorcio. En cuanto ingresan a su habitación, la niña llora porque extraña a su padre. La soledad de la narradora conmueve. Como dijera Scott Fitzgerald, se trata de una mujer cuyo espíritu un día finalmente se partió como un plato viejo. Pasa las horas bebiendo alcohol, conversando con otros viajeros, fantaseando con un muchacho chileno que podría ser su hijo. La fantasía sexual es un elemento que regresa en distintos cuentos; Brasil opera como territorio de libertad y desinhibición de los cuerpos. En “La mujer que me gusta llega tarde a la playa”, de Gabriela Bejerman, por ejemplo, la narradora pone la mirada en dos mujeres que se seducen en el mar de la prosa poética.


Es imperdible la crónica de Hebe Uhart, “Río es un estado de ánimo”, donde la ciudad carioca es descripta –y se describe a sí misma– como una sinfonía coral donde siempre hay mucho de todo. En una postal, por ejemplo, “hay diez tucanes”, y sobre un semáforo “hay diez pajaritos posados”, escribe Uhart con asombro. Las anotaciones de la cronista no tienen desperdicio: “El carioca no parece amante de las definiciones tajantes, ni deseoso de señalar la diferencia entre lo que es y lo que debería ser. Mis diálogos eran más o menos así: –En esa esquina debería haber un semáforo, es un cruce peligroso. Interlocutor: –Debería, sim, mas nao existe. Y ningún comentario posterior, porque tal vez deberían existir los elefantes azules”. Al mismo tiempo, Uhart encuentra una extraña ambivalencia en los cariocas contemporáneos. Por un lado, parecen más antiguos que los rioplatenses, y por otro más modernos: “Parecen más antiguos por el lenguaje, con sus agora, mesmo, mulher, como si la lengua fuera una mezcla de latín con algún gauchesco exótico y caprichoso. Pero cuando salen de la playa y entran en la ciudad, semidesnudos pero limpios, con apenas una toalla debajo del brazo que llevan como minúsculo paquete, parecen ciudadanos del futuro”, sostiene Uhart en un texto impecable.


Passo da Guanxuma. Contactos culturales entre Brasil y Argentina es un conjunto de ensayos y artículos divididos en cruces históricos, artísticos, lingüísticos y “crónicas del contacto” académico y editorial junto a aquellos contactos propios del traductor y el escritor. En “Pampa bárbara, casa grande, hombre cordial”, Marcela Croce repasa cómo se desarrolló la ensayística del ser nacional en la Argentina y en Brasil. Del lado argentino, Croce estudia algunos textos de Ezequiel Martínez Estrada, mientras que del lado brasileño se ocupa de Gilberto Freyre y Sérgio Buarque de Holanda. Muslip y Costa McElroy escriben en el prólogo que en el análisis de Croce “pesa, en el caso de Martínez Estrada, una actitud pesimista y el rechazo al paisaje natural y humano observado, frente a las diversas maneras en que los intelectuales brasileños, a pesar de sus contradicciones, mantienen una voluntad de integrar las complejidades de su historia y de adaptar las ideas europeas a la realidad brasileña”. Entre el pesimismo de Martínez Estrada frente a una “pampa bárbara” que oprime y la fantasía brasileña de la “casa grande” se dibujan las “líneas dominantes del modo en que argentinos y brasileños se ven a sí mismos”. En el estudio de los cruces y cortocircuitos culturales entre ambas naciones cobra especial interés el artículo de Cecilia Palmeiro, donde la figura de Néstor Perlongher aparece, tanto en la Argentina como en Brasil, encarnando un passo, un punto de frontera, contrabando y filtraciones. Palmeiro recuerda un chiste de Perlongher: “Me llaman el padre del movimiento gay argentino cuando todos saben que soy la tía”, y agrega: “No sólo fue la tía del movimiento en la Argentina, sino que fue la madrina del movimiento en Brasil”.


Hace algunos años, el saliente presidente Luiz Inácio Lula da Silva lloraba ante las cámaras de televisión, conmovido ante los resultados de su propio trabajo, gracias al cual Brasil se habría encontrado consigo mismo. Si la alegría brasileña es contagiosa, el llanto de Lula lo es todavía más. Brasil. Ficciones de argentinos contiene historias que parecen acariciarnos o posarse en nuestra piel. El trabajo que viene registrándose entre Brasil y Argentina tiene en estos dos libros de Eduardo Muslip e Isis McElroy un ejemplo rotundo del buen encuentro entre dos países que, hasta hace poco, se miraban con desconfianza. El inminente mundial de fútbol dirá cómo sigue esta historia de cruces, entre la alegría y el vacío en la garganta, atragantada de limítrofes euforias.


Link: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-5203-2009-04-26.html


Reseña de Brasil, ficciones de argentinos. Por Eduardo Muslip para Diario Perfil.

Los cuentos que Isis Costa McElroy y yo reunimos en Brasil: ficciones de argentinos y los artículos y crónicas que seleccionamos para Passo da Guanxuma: contactos culturales entre Brasil y Argentina muestran un mismo objetivo: explorar las maneras en que desde una sociedad se observa la otra, y cómo esa mirada informa también sobre el observador. Observación que parte de un interés genuino y que enfrenta el desafío de desmontar idealizaciones, estereotipos, imágenes cristalizadas sobre el otro y sobre nosotros mismos. Brasil: ficciones de argentinos, publicado por Casa Nova, reúne relatos en que escritores de distintos puntos de Argentina llevan su imaginación al terreno brasileño. Los disparadores son muy diversos: hay viajes de placer y hay exilios; hay representaciones realistas y derivas oníricas, están la imposibilidad de registro del otro y el intento de entrar en su subjetividad. Algunos autores son figuras con largas y reconocidas trayectorias, como Lilia Lardone o Hebe Uhart; otros son narradores de producción muy reciente. Está lo onírico en las ensoñaciones de los personajes del cuento de Alejandra Laurencich y en las metamorfosis de Vaccarini; están las diversas fantasías sexuales en los relatos de Facundo R. Soto, Luis Mey o Gabriela Bejerman; está la posibilidad de articular una narración que juega con las continuidades y rupturas entre las lenguas y culturas en los textos de Federico Bustos o Carmen Cáceres; están los diversos rituales de iniciación o de pasaje que tienen a Brasil como escenario en los cuentos de Patricia Suárez, Inés Garland y Luciana de Luca. El otro libro, Passo da Guanxuma: contactos culturales entre Brasil y Argentina, editado por la Universidad Nacional de General Sarmiento, reúne trabajos de la mayoría de los protagonistas actuales de la difusión de la literatura brasileña en Argentina, y de algunas figuras que muestran las aproximaciones de Brasil hacia Argentina. El nombre Passo da Guanxuma se refiere a un espacio ficcional fronterizo entre los países, fabulado por el escritor Caio Fernando Abreu. El libro ofrece un mapa amplio de nombres, anécdotas, exploraciones, abordajes. Estos aportes se retoman en los textos de cierre de Elvira Arnoux y Gonzalo Aguilar, dos figuras que desde hace muchos años vienen trabajando y formando equipos, con conciencia de la necesidad del cruce de lo editorial, universitario y político para el tejido de una red que nos coloca más allá de nuestras fronteras intelectuales y geográficas. Si las especulaciones académicas suelen llevar a distintas formas de solipsismo, resultan estimulantes las perspectivas que ponen el foco en lo que en principio nos es ajeno, y que empieza a dejar de serlo como resultado de estas búsquedas.
Link: http://www.perfil.com/cultura/Dos-libros-recientes-20131215-0049.html


Presentación del libro Brasil, ficciones de argentinos // Colección Barranca Yaco



Brasil, ficciones de argentinos
Selección de Isis Costa Mc Elroy y Eduardo Muslip

Esta antología reúne textos de ficción y crónicas, de producción reciente, de escritores argentinos que dirigen su mirada hacia el Brasil, y representan las diferentes formas del contacto cultural entre los dos países. Se narran las experiencias de viajeros, turistas, emigrantes argentinos, tanto las de quienes se aíslan en el espacio acotado de un hotel “all inclusive” como las de quienes, por distintas circunstancias de vida, terminan por integrarse a la vida social brasileña. Estos relatos son “viajes” narrativos por una sociedad y una geografía, y recogen las representaciones, las fantasías, los sueños, los estereotipos, los descubrimientos que se producen sobre el otro país, que también se vuelven un índice valioso sobre las maneras en que los argentinos se observan a sí mismos.


Presentación del libro Señora Grande de José Fraguas (Colección Barranca Yaco)

Presentamos Señora Grande de José Fraguas. Este miércoles 9 de mayo a las 19hs en el CCC (Corrientes 1543 3° piso). Presentan Gabriela Bejerman, Evelyn Galiazo y María Silva. Canta Gimena Riestra. Los esperamos!



Señora Equis. Reseña de Señora Grande por Evelyn Galiazo para El interpretador libros

Manuela, Susana, las hermanas Pichiesther y la perturbada que “De repente” ameniza un viaje de larga distancia con sus gritos son algunas de las señoras grandes que aparecen en este libro. Ser una señora grande no es lo mismo que ser una gran señora, una verdadera dama, existencialmente aristocrática. No es tampoco ser una mujer con todas las de la ley, con los pies en la tierra y la belleza de la experiencia. Nadie quisiera ser descripta como una señora grande y mucho menos convertirse en una. Sin embargo, en los trece relatos que componen Señora grande, José Fraguas logra exponer gran parte de la magia de estas señoras y mostrarnos en qué consiste. Hay algo decididamente almodovariano en la descripción que hace Fraguas de unos barrios y de unos pueblos donde algunas señoras, un poco detenidas en el tiempo –o mejor: intempestivas-, adquirieron un gran magnetismo. Tienen el atractivo de ser no convencionales pero sin la impostura ni la pretensión. Lo que las hace grandes es su manera desorbitada de convivir con la adversidad y de dejarse afectar por ella. Porque aunque en sus rutinas no pasa demasiado, la palabra que más las acompaña es “dramatismo”. El dramatismo de los sentimentales, de los niños y de los borrachos, es decir, de los intensos.
La sensibilidad femenina, lacrimosa y desmesurada, –y por eso mismo teatral– contrasta con una escritura prudente que construye escenarios completos con escasos recursos. Elegidos con pericia, dos o tres objetos son suficientes para describir un entorno; dos o tres frases –copia fiel del discurso del otro- alcanzan para dibujar la coreografía de un personaje en escena. El narrador está muy atento, sabe escuchar y sabe recortar lo fundamental que, en última instancia, es siempre lo desopilante. Ese narrador es un chico. Tal vez sea el nene de ojos enormes que aparece en las ilustraciones de Santiago Erausquin –a quien está dedicado el libro-. No sería nada extraño porque a la mirada infantil vuelve continuamente. Incluso en los cuentos donde el narrador es más grande, regresa en algún momento a la infancia para contar una anécdota. Señora grande parece ser también, entonces, la que se ve posiblemente más grande de lo que realmente es desde la perspectiva de tal perspectiva: la del que está creciendo y escucha, no sin asombro, las conversaciones de los mayores; la del pequeño testigo que observa, que juega a ser grande, a copiar -imitar y documentar- el registro de los adultos. A su modo particular, el conjunto de todos los relatos de Señora grande es una novela de aprendizaje, un poco proustiana, en la que alguien recuerda aquellos días en los que estaba fascinado por la modesta excentricidad de su profesor de teatro o de dibujo, por el naturalista de los documentales de la tele o por una vieja actriz, eternamente en formación. Fascinado por sus figuras pero sobre todo por su discurso, un lenguaje común, que sin embargo los vuelve únicos. Como esos humildes cartelitos de las peceras del acuario en las que se detiene “Zoo”: etiquetas extremadamente caseras, anacrónicamente escritas a mano y con tinta borroneada, pero que hacen referencia e especies extraordinarias de ecosistemas privilegiados: el lago de Malawi o las selvas inundables de Igapó. Convertido en envoltura de lo maravilloso, el lenguaje cotidiano puede disparar la fantasía al infinito en cualquier parte. En el patio de una casa o en un zoológico de provincia donde los animales nos dan la espalda o permanecen tan quietos como si estuvieran muertos.
La relación con el pasado es decisiva en más de un sentido. Aparece en la relectura que hace el narrador de su niñez pero además en el culto de lo antiguo. Por eso las iglesias son “Lugares santos”. Soportan, majestuosas, el peso de los siglos igual que las señoras grandes soportan en sus piernas cansadas el paso de los años. El ejército de salvación también abre las puertas del antes. Su depósito ofrece el espectáculo de los juguetes y los muebles viejos y hasta nos permite tocar la mismísima ropa que usaban las señoras cuando no eran todavía tan grandes como ahora. Es posible asumir ese mundo ajeno como un estilo de vida. Pero para hacerlo propio sin tornarse decadente se necesita bastante humor. Los equecos, los enanos de jardín, los cementerios, las vacas-mascotas y las carpetitas crochet no son simples elementos de un decorado kitch. En un mismo movimiento aportan al universo representado en Señora grande tanta gracia como melancolía. Mantienen vivo el recuerdo de lo que ya no está y le sacan la lengua al imperativo social de agiornarse sin respiro. Todo ocurre como si la distancia que separa la nostalgia de la alegría no fuese más ancha que el filo de un cuchillo. Señora grande baila sosteniendo ese cuchillo en el aire. Su belleza es blandirlo lúdicamente para dejarnos ver que todos los extremos del sentimiento son afines a la locura.

http://elinterpretador.wordpress.com/2011/12/28/senora-equis/

Reseña de Conversaciones del Bicentenario. Por Cecilia Flachsland para la revista El Ojo Mocho


Historia y política en tiempos kirchneristas: una perspectiva generacional

En su texto El problema de las generaciones, el sociólogo Karl Mannheim se pregunta qué pasaría en una sociedad donde las personas pudieran vivir eternamente. Sostiene que esa sociedad utópica sólo podría sobrevivir, si las esas personas se olvidaran de todo cada treinta años. La ausencia de nuevas generaciones que recreen la tradición sólo podría conducir a la catástrofe. La aparición del libro Conversaciones del Bicentenario, Historia y política en los años kirchneristas deja en claro que en la sociedad argentina no será necesario el olvido porque hay una nueva generación dispuesta a interrogar críticamente a las anteriores.
Conversaciones… es un libro de entrevistas a historiadores e intelectuales. Javier Trímboli, Raúl Fradkin, Hilda Sábato, Gabriel di Meglio, Omar Acha, León Pomer, María Pía López, Alejandro Kaufman, Horacio González y Fernando Devoto fueron invitados a dialogar por Julia Rosemberg y Matías Farías durante el 2010 y el 2011. Los autores, que crecieron durante la década del noventa, rondan los treinta años. Conviene decir algo más sobre ellos porque en el libro apenas señalan su pertenencia institucional a la UBA o al CONICET. Rosemberg es historiadora y Farías es filósofo. Los dos son docentes, trabajan elaborando contenidos para la enseñanza sobre temas históricos en distintos organismos del Estado, brindan capacitación docente, participan en ámbitos militantes y, además y sobre todo, se definen como kirchneristas.
Hicieron un libro de entrevistas, es decir de un género que se sostiene en dar la palabra al otro. Sin embargo, aunque eso también lo hicieron, a lo largo de las páginas dejan en claro que van a dar esa palabra pero sobre una agenda diseñada por ellos, un conjunto de problemas sobre el que volverán con insistencia ante cada uno de los entrevistador, no al modo del periodista incisivo que incomoda pero sí como quien tiene una obsesión y no está dispuesto a abandonarla.
Ese conjunto de preguntas que van y vienen en boca de ambos tiene algo de programa generacional. Son hijos políticos del 2001; asumieron una identidad política en el 2003; creen que es a través del Estado que pueden ampliarse las nociones de justicia e igualdad; no tienen miedo de ser tildados de “esencialistas” cuando pronuncian las palabras “nación” o  “clase”. Y, sobre todo, desconfían de la década del ochenta –como preludio de los noventa- en un aspecto central para la temática del libro: los “consensos” que se construyeron, desde los elencos gubernamentales e importantes grupos sociales, para legitimar la democracia a partir de su contraste con un pasado concebido como un cúmulo de calamidades o como un lastre que solicitaba su pronto “punto final”. El 2001 establece también en este punto una fisura y el kirchnerismo se instala allí para rediscutir las filiaciones históricas y políticas. Por eso no es casual que esta generación de jóvenes suspenda su previa incredulidad y se lance a la vida política.  
Esta marca generacional está presente también en la misma producción del libro. Fue publicado por la Editorial Casa Nova, un emprendimiento joven que con este volumen inaugura la colección “Jorge Álvarez”, en una suerte de homenaje a quien llevó adelante  la emblemática editorial de los años sesenta y que fue también el responsable del primer sello discográfico independiente, Mandioca. Interesa señalar aquí que, a diferencia de lo que sucedía hasta hace muy poco tiempo, no estamos frente a un proyecto que se piensa como trinchera frente al derrumbe ni que levanta la bandera de la “aventura individual adentro del sistema” sino más bien como un proyecto que, con márgenes de autonomía, no elude pensar ni apostar a construir las grandes cuestiones nacionales.
El libro está organizado en dos tramos, el primero se titula “Conversaciones” y reúne las charlas que se realizaron cara a cara, y el segundo, titulado “Entrevistas”, incluye aquellas que se realizaron vía mail. El punto de partida de todas son los festejos del Bicentenario, un acontecimiento que, tal como dicen los autores, permite pensar como esa movilización callejera recreó de un modo particular un encuentro entre el pasado y el presente, es decir: “representa el punto de partida para retomar un interrogante que nos parece fundamental, la pregunta por el vínculo entre la historia y la política”.
A partir de sus recorridos biográficos, académicos y políticos, los entrevistados van desgranando esta pregunta y llevándola hacia derivas diversas. En algunas de estas derivas, quienes no somos del campo historiográfico, podemos espiar ciertos cruces que hasta pueden ser leídos como “chimentos” de historiadores: quién es amigo de quién, quién está peleado con quién.
El interrogante sobre los festejos del Bicentenario permite vislumbrar uno de los logros del libro, el haber convocado voces contrapuestas que realizan múltiples interpretaciones. Pueden ser vistos como un ejemplo de un nuevo “clima de expectación” de las clases populares (Trímboli); como una reactualización en clave peronista de la idea alfonsinista de tercer movimiento histórico (Fradkin); como un espacio de fraternidad que rivalizó paradójicamente con el espíritu confrontativo del gobierno (Sábato); como un relato efectista ideado con la estética del videoclip (Acha); como un fenómeno que hacía recordar más a los no tan lejanos paseos de las clases populares en la calle Lavalle que a los festejos organizados durante el Centenario (Devoto); o como la prueba de que se recuperaron las condiciones de legitimidad de la existencia colectiva que permite incluso este mismo debate (Kaufman).
Farías y Rosemberg escuchan con atención esta multiplicidad pero no eluden la toma de posición, a través de la recurrencia del tema y de, por ejemplo, la elección del dibujo de la tapa del libro. Una ilustración de Nicolás Arispe que contrapone la celebración del Centenario con la del Bicentenario: una es la “ciudad gorila” y otra la del “bajo pueblo” (una temática que el dibujante ya había desarrollado en otro libro de la misma editorial, Mono Sacer, editado al calor del llamado “conflicto del campo”, desatado por la polémica de la Resolución 125).  
La disparidad de interpretaciones sobre el Bicentenario es, sin embargo, menos sorprendente que la insospechada coincidencia entre la mayoría de los entrevistados cuando el eje de la discusión se centra en las clases populares. Resulta llamativo cómo buena parte de ellos reconoce su propia imposibilidad de ver o anticipar lo que estaba ocurriendo en el 2001 o de prever el carácter multitudinario de los festejos del Bicentenario. La pregunta que bien puede hacerse el lector cae por sí sola: ¿Por qué especialistas en historia y ciencias sociales no pudieron ver qué pasaba? ¿Son los acontecimientos argentinos realmente sorprendentes u ocurre que los intelectuales no esperan ya nada de los sectores populares? 
El debate acerca del reviosinismo y el neorevisionismo es otro de los ejes del libro, que se entrecruza con la discusión en torno a las potencialidades y los límites de un “campo académico” que demasiado apresuradamente había certificado la muerte de aquellas corrientes historiográficas. La polémica sobre la Vuelta de Obligado convertida en “efeméride” y la guerra de Malvinas concentran el núcleo de esta discusión y son otros de los tantos puntos de referencia que a lo largo del libro conducen de manera directa a la cuestión de la “nación”.
Este libro puede ser leído como una conversación entre generaciones, como toda conversación tiene sus momentos más intensos no cuando se pronuncian las frases perfectas, que cierran y concluyen, sino en esos momentos de balbuceos –y hasta de cierta fragilidad- en los que el lector percibe que los que hablan están pensando juntos. Tal vez por eso las mejores entrevistas son aquellas donde los entrevistados no reclamaron recortes ni hicieron correcciones posteriores para emprolijar. Por ejemplo, cuando di Meglio narra cómo terminó observando los enfrentamientos callejeros del 2001 desde el balcón mientras los motoqueros ponían el cuerpo en la calle; o cuando Hilda Sábato explica lo que significó el concepto de sociedad civil durante la “primavera democrática” y Rosemberg le repregunta: “¿Y la decepción cuando llega?”.
El día que murió Néstor Kirchner impresionaba ver en la Plaza de Mayo el dolor de los jóvenes, que lloraban como quien ha perdido un primer amor y no como llorábamos los que ya habíamos perdido tantos. En este caso lo novedoso era que el dolor político no era producto de una desilusión –como podría haber pasado con Juan Domingo Perón, Raúl Alfonsín y hasta Chacho Álvarez en sus momentos- sino de una fatalidad. Acá el líder no había traicionado ni desencantado, había muerto. Y esto era toda una novedad en la cultura política argentina de las últimas décadas.
Farías y Rosemberg lloraron ese día y seguramente habrán cantado a viva voz que “eran soldados del pingüino”. En este libro demuestran que también pueden ser intérpretes de esto que llamamos kirchnerismo, un acontecimiento que volvió a poner en el centro de la vida en común a la política y que permitió que nuevas generaciones crean que transformar la realidad es posible. En la calle, en el trabajo, en la casa, en el aula y con, por ejemplo, un libro como éste.

Reencuentros. Por Mariana Enriquez para RADAR / Página 12

FOTOGRAFIA > LOS RETRATOS DE LUCILA QUIETO CON HIJOS DE DESAPARECIDOS Y SUS PADRES

Cuando lo hizo para ella, fue una liberación después de años, décadas de atormentarse por no tener una foto con su padre desaparecido. Cuando puso con mucho humor un cartel en la casa de HIJOS en el que se ofrecía a “hacerte la foto con tus padres”, no sabía que convocaría a tantos hijos que querían valerse de su técnica de proyección para encontrarse o reencontrarse en una imagen con las personas de quienes vienen y con los que les fue negado crecer. Durante una década, ese trabajo circuló detonando admiración, emociones y ensayos, pero nunca había podido convertirse en libro. Ahora, la edición de Arqueología de la ausencia (Ed. Casa Nova) llega a sumarse a muchos otros actos de justicia.


Lucila Quieto tenía una necesidad, casi una obsesión: tener una foto con su papá. Y eso era imposible porque Carlos Alberto Quieto está desaparecido desde agosto de 1976 y el secuestro se produjo cuando Lucila aún no había nacido, cuando su madre estaba embarazada de cinco meses. Durante años hizo collages, cortaba fotos propias y de su padre, de su madre, armaba escenas, armaba monstruos. Pero no lograba formar esa foto que le había sido arrebatada. Hasta que a los 25 años, cuando participaba de HIJOS y cursaba en la Escuela de Fotografía, tuvo una idea para presentar en la entrega de un trabajo importante. Se reunió con amigos y compañeros de HIJOS, en la casa de uno de ellos, Mariano; todos, además, hacían un taller de fotografía en la agrupación. En esa casa del barrio de Constitución había un proyector muy chico con una lámpara también muy pequeña. Reprodujo en diapositivas las fotos de su padre y las proyectó, muy grandes, sobre la pared. Y se metió, de prepo, en la foto. “Al colarse entre ese proyector y la pared, el efecto fue prodigioso”, escribe Ana Longoni en el prólogo de Arqueología de la ausencia, el ensayo fotográfico de Lucila que acaba de editarse en forma de libro por la editorial Casa Nova. “Cuando la piel se evidencia y se vuelve por un instante pantalla o soporte para que esas imágenes de otro tiempo se hagan cuerpo, ocurre el encuentro. Se produjo una imagen que los contenía por primera vez a los dos.”


Poco después, una amiga vio ese encuentro proyectado y quiso tener el propio. Lucila, con cierta inconsciencia, le dijo dale, vamos, las hacemos. Como un chiste pegó un aviso sobre “hacerte la foto con tus padres” en la casa de HIJOS de la calle Venezuela. Y el trabajo empezó a crecer. “Yo les decía que sí a todos los que me las pedían”, cuenta. “Algunos traían diez fotos, otros apenas una, otros doscientas. Yo hacía las reproducciones de todo lo que me trajeran. Estuve trabajando dos años, entre 1999 y 2001, una época muy fuerte no sólo por la crisis sino porque estábamos muy lejos de los juicios, de cualquier tipo de reparación.” Las fotos que traían eran distintas, eran distintas las historias, y lo que queda cada uno quería. “Algunos querían aparecer abrazados. Otros mirando a sus padres. Me pedían ‘quiero estar metida adentro del auto con ellos’. Muchos integrados a las fiestas, sobre todo porque muchas de las fotos que tenían eran de reuniones. Verónica, por ejemplo, quería aparecer en una foto del casamiento de sus padres; pero no quería que saliera una pareja que también estaba en el retrato. Yo la convencí de que los dejara, que no los borrara: ella no sabía quiénes eran, ¿y si estaban desaparecidos? ¿Y si la podían ayudar a encontrar a su hermano o su hermana, que todavía se encuentra apropiado? Ahí quedaron, en la foto con su familia, esos dos desconocidos. Con Marta (Dillon) nos divertimos mucho y además ocurría la sorpresa impresionante del enorme parecido con su mamá. Algunos estaban más compungidos que otros. Uno solo de mis amigos no quiso hacerlo cuando le proyecté las fotos de su madre, muy joven, hermosísima. Se angustió cuando la vio grande en la pared y no pudo. Y otro amigo, Walter, tenía solamente una foto carnet que apenas se veía. Su padre era grande, más de cuarenta años, cuando desapareció. Walter también estuvo secuestrado. Con él tuve que trabajar diferente: yo sacaba dos rollos por cada historia pero no sabía cómo hacer esa producción con apenas una foto carnet. Empecé a buscar en revistas de la época, Descamisados, Montoneros, La causa peronista, y encontré fotos en las que suponía que él o su padre podían haber estado. Por ejemplo, una de una movilización a Plaza de Mayo con un árbol lleno de pibitos; me imaginé que uno de ellos podía ser Walter y lo fotografié con esa imagen. Y también con una foto de mi tío, Roberto Quieto: se habían conocido, vivieron juntos en Córdoba. Mi tío también está desaparecido.”



El libro Arqueología de la ausencia tardó mucho en llegar. Más de diez años. Mientras tanto, el trabajo circulaba, conmovía, merecía cataratas de textos teóricos, se mostraba. Sin embargo, permanecía sin soporte, inasible. Pasaron muchas cosas, cuenta Lucía, y habla de un personaje que apareció por aquellos años, Renzo, un italiano, que se ofreció como mecenas y acabó siendo un ladrón. “El me daba plata para los materiales, me dejaba unos 100 euros y yo compraba y trabajaba. Pero después creyó que el trabajo le pertenecía. Me pidió los negativos para hacer una muestra en Italia, la armó, editó un libro, lo vendió y con ese dinero financiaba el alquiler de la casa de HIJOS acá. Me mandó ejemplares del libro, también a los fotografiados... En fin, se apropió del trabajo. Tuve que poner abogados para recuperarlo. Me devolvía parte de los negativos y mentía, aseguraba que me había dado la totalidad. Amenazó con quemar las fotos. ¡Eran las fotos de los padres desaparecidos de mis amigos! Yo me estresé, me enfermé, fue espantoso. Eso me generó un gran rechazo. Y durante mucho tiempo le tuve fobia al trabajo. Una verdadera fobia. No quería saber nada con estas fotos. Finalmente recuperé los negativos y decidí dejar las copias en el Museo de Arte y Memoria de La Plata para que ellos las distribuyeran. Me desentendí.”

Desde que terminó Arqueología de la memoria en 2001, Lucila Quieto no volvió a sacar fotos. No de esta manera, no en un ensayo. Sigue trabajando, y mucho, pero con producciones plásticas, collages, transfers, fotocopias: la fotografía ya no, o mejor dicho, aún no. Está contenta porque el libro le permite al trabajo otra vida, otra vuelta: tuvo que mirar fotos una vez más, tuvo que volver a elegir, tuvo que reconciliarse. Todavía hay hijos de desaparecidos que se le acercan y le piden la foto familiar, y ella les dice que sí, hagámosla, pero la verdad es que no volvió a hacer una sola imagen más. “La verdad es que prefiero que se adueñen del recurso y se hagan sus propias fotos. El recurso no es mío. Siempre quise compartirlo: que sea nuestro álbum familiar. Hace poco Pepi Dillon, una compañera que canta y toca en el grupo Tumbamores, se hizo unas con su familia, en color, usando la proyección. Y eran fotos hermosas. Son fotos familiares con consistencia política. Y es buenísimo que cada uno se las construya y construya su propia historia.”

Arte por la memoria. Por Diario Granma, Cuba



MICHEL HERNÁNDEZ

El rescate y la preservación de la memoria latinoamericana y del legado del periodista y luchador internacionalista Pablo de la Torriente Brau, marcaron el eje temático de las exposiciones Ausencias, Distancias,Arqueología de la ausencia y Pablo en Buitragro, inauguradas en el contexto del XI Salón y Coloquio de Arte Digital, que finalizó este fin de semana en La Habana.
Foto: Yaimí Ravelo
LUCILA QUIETO, ARTISTA ARGENTINA
 EN EL SALÓN DE ARTE DIGITAL
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Concebidas dentro de las principales líneas de acción que rigen la labor del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, las muestras fotográficas quedaron instaladas, respectivamente, en el Centro Hispanoamericano de Cultura y la galería Carmen Montilla, en La Habana Vieja.

Compuesta por 44 instantáneas, Ausencias, Distancias, forma parte de una trilogía del artista argentino Gustavo Germano, quien dijo a Granma que sus obras giran en torno "a los tres métodos que utilizó la dictadura de Rafael Videla para eliminar a sus opositores: la muerte, la cárcel, el exilio".
Germano apuntó que "el tema de los desaparecidos es muy traumático. Yo propongo una fórmula no explicativa para que las personas lo entiendan a través de la empatía. Son fotografías que tienen en el medio el tiempo y el vacío y el que tiene que cerrar el circuito es el espectador".

Lucila Quieto, por su parte, es una joven artista que ha vivido en carne propia el horror que significó el régimen militar en su país. "La idea de la exposición me llevó 25 años porque yo no tenía fotos con mi padre, que había sido desaparecido antes de que yo naciera. Entonces siempre buscaba en mi álbum familiar una foto nueva para conocer su historia, su vida", señala.
Su exposición, Arqueología de la ausencia, integrada por 11 historias y 35 fotos, es un extraordinario trabajo documental con obras elaboradas a partir de montajes de proyecciones de imágenes de su padre y de otros hijos de víctimas de la dictadura. "El propósito era contar mi historia personal pero luego muchos hijos de desaparecidos quisieron sacarse su foto y de esa manera se constituyó un relato de una generación de muchas personas que lucharon por un proyecto político y que fueron asesinadas y perseguidas. También se trata de seguir generando imágenes que nos permiten reconstruir parte de nuestra historia", agregó.

La exposición Pablo en Buitrago (La Habana-Nueva York) es fruto del intercambio y la colaboración entre tres conocidos artistas de la fotografía: el español Alfredo Moreno, la estadounidense Yolanda del Amo y el cubano Enrique Smith. Está armada por 30 obras desarrolladas mediante la técnica de la refotografía que documentan la presencia de Pablo de la Torriente Brau en el pueblo español de Buitrago y las ciudades de La Habana y Nueva York.
Para el poeta y cineasta Víctor Casaus, director del Centro Pablo, estas exposiciones evidencian también el "compromiso de los artistas con esta manera de acercarse a la memoria, a veces dolorosa como es el caso de los argentinos, con un grado de autenticidad y pertenencia muy grande"

Conversaciones en Mardel!


El grupo de investigación "Problemas y Debates del siglo XIX" invita a la presentación del libro Conversaciones del Bicentenario: historia y política en los años kirchneristas. Viernes 25 de noviembre. 16hs. Aula 62. Facultad de Humanidades. Universidad Nacional de Mar del Plata.

Arqueología de la ausencia en el Centro Hispanoamericano de Cultura - La Habana, Cuba




Arqueología de la ausencia – Ausencias y distancias
Muestra de fotografías de Lucila Quieto y Gustavo Germano
Inauguración 17 hs - 9 de noviembre de 2011
Centro Hispanoamericano de Cultura
Malecón 17
La Habana Vieja – Cuba


Arqueología de la ausencia

Es un excelente trabajo fotográfico documental de la joven Lucila Quieto (Argentina) con fotografías realizadas a partir de montajes de proyecciones de imágenes de su padre (Lucila es hija de Carlos Quieto, desaparecido por la dictadura militar argentina 1976-1983 cuando ella tenía cuatro meses) con instantáneas propias para recrear así momentos que nunca pudieron vivir juntos en la realidad.

Luego del trabajo logrado a partir de su experiencia como hija de desparecidos, la artista comenzó a trabajar con otros jóvenes hijos de víctimas de la dictadura.

En esa etapa utilizó diapositivas proyectadas, e intervenciones con las técnicas de collages y pintura sobre las fotos.

Ausencias y Distancias

Son las dos primeras partes de la trilogía sobre la que trabaja el fotógrafo Gustavo Germano (Argentina) en su búsqueda de retratar los tres métodos de represión de las dictaduras del siglo XX: la muerte, el exilio y la cárcel.

Ausencias: es un trabajo realizado a partir de fotografías de álbumes familiares en donde se muestra catorce casos de víctimas de la dictadura militar en Argentina entre 1976 y 1983.

Germano recupera fotos en las que aparecen  personas desaparecidas en situaciones familiares o con amigos y las contrasta con fotografías  actuales, que son tomadas en los mismos lugares y en situaciones similares a la original y en la que los familiares de las víctimas posan ante la cámara pero ahora con la ausencia del ser querido.

Distancias: Se trata de recuperar fotografías anteriores o del momento del exilio y a partir de ellas “volver a hacerlas”, 70 años después. Un “exasperante juego de las diferencias” que pone en evidencia siete décadas de vida lejos de lo que alguna vez fueron sus vidas.


http://www.ohch.cu/centro-hispanoamericano/index.php

Reseña de Conversaciones del Bicentenario por Veintitres


Si los festejos del Bicentenario derribaron los fantasmas de una masa descontrolada en la calle, para contraponerles la imagen de una multitud que disfrutó de ferias, shows y desfiles en un continuado de varios días, a los historiadores Julia Rosemberg y Matías Farías también les sirvieron de excusa para retomar el vínculo entre historia y política, pensando el fenómeno kirchnerista. Y aunque así expresada la cuestión pareciera tarea sencilla, lo cierto es que el desafío implicó entender el proceso K como tipo de encuentro entre pasado, presente y futuro, en un diálogo con intelectuales –entre los que se cuentan a Javier Trímboli, Hilda Sábato, María Pía López y Horacio González, por nombrar algunos– con los que compartieron certezas, tensiones, interrogantes y la búsqueda de construcción de sentido de un proceso que se inició tras la crisis de 2001.
El resultado es un trabajo riguroso y dinámico que, lejos de la soberbia de la verdad revelada, continúa abriendo preguntas sobre el proceso contemporáneo, sin perder de vista –ni dejar de discutir– los relatos históricos, su construcción y las formas de transmitirlos.

http://veintitres.elargentino.com/nota-3640-zonaroja-Hombres-trabajando.html

Entrevista a Julia Rosemberg y Matías Farías, por Agencia Paco Urondo



Aquí el link a la nota
http://www.agenciapacourondo.com.ar/secciones/cultura/5416-farias-rosemberg-qhablar-del-2001-es-tambien-hablar-del-kirchnerismoq.html


Reseña de Señora Grande


Arroz con monstruos, por Walter Romero para Boca de Sapo

Animales, tejidos, iglesias, jardines (y estatuas de jardín): son formas todas –en lo autotélico de sus intenciones– de una realidad que se resiste a ser embalsamada por los regímenes de la literatura, para perdurar, por el contrario –nuevas y frescas– en lo anodino del gesto, en el cuadro que no llega a cristalizar ningún folklore. Señora grande es una antología de cuentos indefinibles, de un realismo indirecto o no eufórico que no apela a ninguna representación “con molde”, a ningún “efecto de realidad”: El mundo, “como lo conocemos”, no es, en verdad, ni supernumerario ni “en mosaico”, sino, más bien, infinitamente sencillo; los textos verdaderos son sólo aquellos que no está sobrecodificados; la más actual de las operaciones literarias consistiría endestonalizar el tono y su mensaje; para contar una historia no es necesario ninguna historia segunda, paralela o en filigrana que doble la acción principal. Es éste el modo en que su autor, José Fraguas, elige para revelar, con parsimoniosa constatación, la verdad que, sin ambages, postula: una “literatura sin atributos” es posible.
La forma en que hace germinar estas “historias” tiene algo de arborescente (“mientras tanto, los árboles seguían creciendo vigorosos”) pero sin copa o remate, casi como si cada una de estas “historias” fueran ramas infinitas que, como el lenguaje, tienden sólo a la proliferación, no importa hacia dónde o hasta dónde.
Como en una imposible “espiral plana”, el texto crece y se imbrica a modo de realidades “sumadas”, que se van agregando, como si se tratase de una operación que le suma realidad a la realidad, para dejarnos atónitos o acaso improcedentes, sin avalar ni esperar ningún avance narrativo, ningún “cierre” o clausura de estos relatos: una literatura de superficie, sin relieves, con una ingenuidad que asombra: desde la guerra total que le presenta a cualquier peripecia, desde los títulos blancos(Manuela, Susana, Árbol, Zoo) o desde las dos ilustraciones de Santiago Erausquin, que abren y cierran el bello volumen, donde un personaje –siempre muy curioso, orejón, y de ojos enormes– se parapeta detrás de una Señora, a quien nunca le vemos la cara, y que bien podría ser la realidad en su mismidad toda, en su contundente y decapitada presencia.
El marco de esta serie de secuencias narrativas se desprende de los epígrafes de Marosa Di Giorgio y de Hebe Uhart que son elincipit ceremonial del libro: una suerte de gótico –acaso costumbrista– que anidaría en toda realidad, y que campea en todos los textos. Ya no “arroz con leche”, sino “arroz con monstruos”, dirá la cita que Fraguas extrae de la poeta (y sibila) uruguaya: es decir, realidad que desprende –sin quererlo– sus enrevesadas y pasmosas quimeras no siempre aladas, casi nunca con garras, más bien quietas o hieráticas, deformes como si de una “realidad fija” se tratase, de un punto de inmovilidad que no se atreve a activar ni el más mínimo de los desplazamientos: Acaso, junto a Jacques Rancière, agregaríamos: “Ninguna singularidad heroica recubre lo que la banalidad misma contiene de potencia poética escondida (…) Es necesario que la vida supuestamente ´muda´ sea dotada de una palabra propia, que no se expresa por las vías del discurso articulado y la retórica sino que se encuentra inscripta sobre el cuerpo mismo de las cosas.

Novedad Octubre Colección Jorge Álvarez: Conversaciones del Bicentenario: historia y política en los años kirchneristas



CASA NOVA lanza el primer título de la Colección Jorge Álvarez: Conversaciones del Bicentenario: historia y política en los años kirchneristas. Con esta Colección rendimos homenaje al emblemático sello editorial que signó la cultura argentina de los años sesenta y a partir del cual surgió el primer sello discográfico del rock nacional, Mandioca. 

Conversaciones del Bicentenario: historia y política en los años kirchneristas reúne entrevistas a Javier Trímboli, Raúl Fradkin, Hilda Sábato, Gabriel Di Meglio, Omar Acha, León Pomer, María Pía López, Alejandro Kaufman, Horacio González y Fernando Devoto; realizadas por Julia Rosemberg y Matías Farias entre julio del 2010 y julio del 2011.

Como proyecto, el libro tomó impulso a partir de los festejos del Bicentenario, cuando de manera inesperada multitudes de argentinos ocuparon las calles de la Ciudad de Buenos Aires para festejar doscientos años de la Revolución de Mayo. Esa movilización callejera representa el punto de partida para retomar la pregunta por el vínculo entre la historia y la política.

De este modo, diversas voces hacen un balance del estado del campo historiográfico, reflexionan sobre los relatos históricos disponibles, discuten sobre los sentidos en pugna alrededor del concepto de nación y proponen hipótesis para pensar qué hizo el kirchnerismo con la grieta que se abre en el escenario político argentino tras la crisis del 2001.

Presentación: Lunes 24 de octubre a las 19hs / Biblioteca Nacional - Sala "Juan L. Ortiz" /Agüero 2502  


Presentan: Cecilia Fachsland, Martín Rodríguez y Eduardo Rinesi.

Novedad septiembre Colección Barranca Yaco: Señora Grande de José Fraguas!



Casa Nova lanza Señora Grande de José Fraguas, segundo título de la Colección Barranca Yaco orientada a la nueva narrativa argentina y latinoamericana. 

Este libro tiene uno de esos narradores de los que uno se hace amigo inmediatamente: es humilde, agudo, gracioso y nos invita a sonreír con la simpatía de su prosa suelta. Revela lo interesante de personas comunes o no tanto, sabe escuchar las frases que repiten, observa esos gestos por donde se les escapa lo que realmente son. Todo esto es parte de su propia pasión: la inocente búsqueda de lo sagrado en templos, cementerios y jardines. Es hermoso releer “Señora grande”, una y otra vez, como ir de visita a una casa donde nos tratan bien. 

Gabriela Bejerman
Texto de contratapa

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